Este fascinante cráter, tiene una formación geológica enclavada en forma de una especie de concha marina, con betas ondulantes, que resaltan sobre el paisaje, con diferentes colores de rocas, en el que predominan el rojo carmesí, debido a la diversa composición mineral de la roca.
A este cráter, igualmente, se le conoce como “Marawa” y curiosamente en el fondo, existe un asentamiento perteneciente a la comunidad quechua de los Jalq’a. Estos se han dedicado por muchos años al arte textil, desde la fabricación y tinción de la lana, para la confección de su vestimenta, así como a otras labores. Interactuar con ellos, es la oportunidad perfecta para conocer mucho más de cercas sus experiencias en la extraordinaria producción textil y otras costumbres.
Las condiciones climáticas, son bastante marcadas y sus laderas exhiben pequeños y escasos parches de vegetación. Sin embargo, en época de lluvia, escurren fuentes de agua por las laderas del cráter, hasta concentrarse en el fondo y así contribuir a la formación de ríos, que luego desaguan y baja por la famosa Garganta del Diablo hasta formar una impresionante cascada.
El recorrido es de aproximadamente 2 horas, se realiza por un camino un poco accidentado y escasamente transitado. Podrás observar entre los principales atractivos, el camino del inca, el Cementerio de la comunidad, la «Garganta del diablo», de donde se puede apreciar un extenso cañón con una caída de agua, que además permite al visitante aventurero disfrutar el paisaje singular desde el mirador «Santa Anita».
Así mismo, desde Maragua se pueden observar huellas de dinosaurios, como muestra de la riqueza paleontológica de la zona.
Para acceder a este impresionante paisaje geológico, es necesario asegurar un buen guía interprete de la lengua quechua y experto en la ruta del trekking. Además, te recomendamos planificar tu visita durante los meses secos de abril a octubre, ya que es la temporada ideal para esta jornada de aventura.